TERAPIA DE GRUPO ADICCIONES PSICÓLOGOS VALLADOLID Y ARROYO DE LA ENCOMIENDA
COMIENZO A PARTIR DE ENERO DE 2024
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Precio 40 €/mes (dos sesiones mensuales de 1 hora y media cada una)
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LA TERAPIA GRUPAL EN EL TRATAMIENTO DE ADICCIONES. MUCHO MÁS QUE UNA HERRAMIENTA TERAPÉUTICA
“Las tasas de abstinencia son más elevadas en aquellas personas que han realizado una terapia grupal”.
“Cuando la persona verbaliza su problema de adicción en el grupo, estamos ante el inicio del cambio”.
“En todo este proceso, el grupo pasa a ser un referente. En él se comparten nuevas conductas que, posteriormente, se generalizan en la vida cotidiana”.
¿Qué motivos hacen que la terapia grupal resulte una potente herramienta en el tratamiento de las adicciones?
La terapia grupal en el tratamiento de adicciones resulta especialmente útil por tres aspectos principales.
En primer lugar, el grupo permite compartir y sentirse identificado con otras personas. El hecho de comunicar necesidades de un modo directo, sin miedo a ser juzgado, rompe con el aislamiento emocional y facilita que cada miembro haga un ejercicio de reflexión al verse reflejado en los demás.
En segundo lugar, el grupo multiplica la capacidad de aprendizaje. Con él, aumenta el número de interacciones y el tratamiento contempla mucho más que la relación terapeuta-paciente. Este modelo de aprendizaje es más rápido que el de la terapia individual, puesto que existe más variedad y alternativas; esta es una de sus riquezas. Por otro lado, se trata de un aprendizaje inicialmente más cognitivo y, posteriormente, más conductual: la persona interioriza y luego generaliza las conductas aprendidas.
En tercer lugar, la terapia se convierte en un espacio donde es posible hacer ensayos relacionados con los cambios de conducta aprendidos; el grupo se convierte en un “paso intermedio”. La persona dispone de un escenario en el que podrá poner en marcha una nueva praxis de un modo espontáneo. Además, la presión grupal ayuda a fomentar dichos cambios. El formar parte de un grupo facilita el compromiso individual.
Resaltas un punto importante: que la persona no se sienta juzgada. ¿Este hecho puede interferir en el proceso terapéutico?
Habitualmente, la persona que sufre una adicción siente la problemática como “algo que está haciendo mal” y no como una enfermedad; la sociedad la margina. Esto provoca que se esconda y aumente el miedo a ser juzgada. Participar de una terapia grupal ayuda al individuo a cambiar su visión sobre la adicción (ya no siente que es el único), dejar de ocultar y hablar de un modo más libre.
En relación al entorno y las relaciones sociales de aquella persona; ¿qué sucede cuando ésta deja a un lado el consumo?
Cuando la persona deja el consumo también pierde aquellos aspectos relacionales vinculados a la adicción (compañías que consumen, bares y locales frecuentados, actividades asociadas, etc.).
En todo este proceso, el grupo pasa a ser un claro referente. En él se comparten nuevas conductas (tal y como comentábamos, a modo de ensayo) para, posteriormente, generalizarlas y trasladarlas fuera de ese espacio.
El hecho de pasar a ser un referente facilita la expresión emocional. Es habitual que los miembros muestren sorpresa ante esta realidad; la mayoría de ellos nunca hubieran imaginado que podrían expresar tanto (difícilmente se lo permitían). El sentirse comprendido y aceptado ayuda a manifestar pensamientos y sentimientos que habían quedado guardados bajo llave. Por este motivo, la terapia grupal facilita que la persona no se sienta sola.
¿Es conveniente combinar la terapia individual con la terapia grupal?
La terapia individual y la terapia grupal en el tratamiento de las adicciones son dos caras de una misma moneda, es difícil entender una sin la otra. Si únicamente contempláramos una de las dos terapias, podríamos verlo como una mesa de tres patas: falta una para conseguir que sea estable.
La combinación de las dos terapias ofrece rapidez y naturalidad al proceso. De hecho, la terapia grupal es el modo más natural de tratar la adicción si tenemos en cuenta la interacción y el ensayo que allí aparecen.
El terapeuta será quien marque cuándo es conveniente la combinación de terapias teniendo en cuenta las características y necesidades individuales de la persona.
¿Podrías resaltar algún otro aspecto relevante de la terapia grupal?
El poder del grupo pone de manifiesto un concepto importante: decidir abandonar la adicción.
El entorno de la persona adicta insiste en el abandono del consumo pero, hasta que no existe un compromiso individual (“soy yo el que decide dejarlo”), la persona no se encuentra en un estadio activo. El compromiso y el ensayo que se produce en la terapia grupal (entre otros), facilitan este discurso por parte del individuo, posicionándolo así en la acción y no en la contemplación. Cuando la persona manifiesta en voz alta el problema, estamos ante el inicio del cambio.
Finalmente, otro punto interesante es el empuje y el dinamismo extra que genera la terapia. El movimiento generado por todos sus componentes se convierte en un elemento clave y diferencial.
“Las tasas de abstinencia son más elevadas en aquellas personas que han realizado una terapia grupal”.
“Cuando la persona verbaliza su problema de adicción en el grupo, estamos ante el inicio del cambio”.
“En todo este proceso, el grupo pasa a ser un referente. En él se comparten nuevas conductas que, posteriormente, se generalizan en la vida cotidiana”.
¿Qué motivos hacen que la terapia grupal resulte una potente herramienta en el tratamiento de las adicciones?
La terapia grupal en el tratamiento de adicciones resulta especialmente útil por tres aspectos principales.
En primer lugar, el grupo permite compartir y sentirse identificado con otras personas. El hecho de comunicar necesidades de un modo directo, sin miedo a ser juzgado, rompe con el aislamiento emocional y facilita que cada miembro haga un ejercicio de reflexión al verse reflejado en los demás.
En segundo lugar, el grupo multiplica la capacidad de aprendizaje. Con él, aumenta el número de interacciones y el tratamiento contempla mucho más que la relación terapeuta-paciente. Este modelo de aprendizaje es más rápido que el de la terapia individual, puesto que existe más variedad y alternativas; esta es una de sus riquezas. Por otro lado, se trata de un aprendizaje inicialmente más cognitivo y, posteriormente, más conductual: la persona interioriza y luego generaliza las conductas aprendidas.
En tercer lugar, la terapia se convierte en un espacio donde es posible hacer ensayos relacionados con los cambios de conducta aprendidos; el grupo se convierte en un “paso intermedio”. La persona dispone de un escenario en el que podrá poner en marcha una nueva praxis de un modo espontáneo. Además, la presión grupal ayuda a fomentar dichos cambios. El formar parte de un grupo facilita el compromiso individual.
Resaltas un punto importante: que la persona no se sienta juzgada. ¿Este hecho puede interferir en el proceso terapéutico?
Habitualmente, la persona que sufre una adicción siente la problemática como “algo que está haciendo mal” y no como una enfermedad; la sociedad la margina. Esto provoca que se esconda y aumente el miedo a ser juzgada. Participar de una terapia grupal ayuda al individuo a cambiar su visión sobre la adicción (ya no siente que es el único), dejar de ocultar y hablar de un modo más libre.
En relación al entorno y las relaciones sociales de aquella persona; ¿qué sucede cuando ésta deja a un lado el consumo?
Cuando la persona deja el consumo también pierde aquellos aspectos relacionales vinculados a la adicción (compañías que consumen, bares y locales frecuentados, actividades asociadas, etc.).
En todo este proceso, el grupo pasa a ser un claro referente. En él se comparten nuevas conductas (tal y como comentábamos, a modo de ensayo) para, posteriormente, generalizarlas y trasladarlas fuera de ese espacio.
El hecho de pasar a ser un referente facilita la expresión emocional. Es habitual que los miembros muestren sorpresa ante esta realidad; la mayoría de ellos nunca hubieran imaginado que podrían expresar tanto (difícilmente se lo permitían). El sentirse comprendido y aceptado ayuda a manifestar pensamientos y sentimientos que habían quedado guardados bajo llave. Por este motivo, la terapia grupal facilita que la persona no se sienta sola.
¿Es conveniente combinar la terapia individual con la terapia grupal?
La terapia individual y la terapia grupal en el tratamiento de las adicciones son dos caras de una misma moneda, es difícil entender una sin la otra. Si únicamente contempláramos una de las dos terapias, podríamos verlo como una mesa de tres patas: falta una para conseguir que sea estable.
La combinación de las dos terapias ofrece rapidez y naturalidad al proceso. De hecho, la terapia grupal es el modo más natural de tratar la adicción si tenemos en cuenta la interacción y el ensayo que allí aparecen.
El terapeuta será quien marque cuándo es conveniente la combinación de terapias teniendo en cuenta las características y necesidades individuales de la persona.
¿Podrías resaltar algún otro aspecto relevante de la terapia grupal?
El poder del grupo pone de manifiesto un concepto importante: decidir abandonar la adicción.
El entorno de la persona adicta insiste en el abandono del consumo pero, hasta que no existe un compromiso individual (“soy yo el que decide dejarlo”), la persona no se encuentra en un estadio activo. El compromiso y el ensayo que se produce en la terapia grupal (entre otros), facilitan este discurso por parte del individuo, posicionándolo así en la acción y no en la contemplación. Cuando la persona manifiesta en voz alta el problema, estamos ante el inicio del cambio.
Finalmente, otro punto interesante es el empuje y el dinamismo extra que genera la terapia. El movimiento generado por todos sus componentes se convierte en un elemento clave y diferencial.